Cuando mi mundo se volvió una islita pequeña y me quedé sola en ella, aprendí a la fuerza que si pones las manos al fuego te quemas; sea por quien sea.
Y dolió, por que tiré el cuerpo entero pensando con la mayor de las seguridades que el calor tan fuerte no iba a tener efecto en mí... aún así me quemé cada parte de mi yo, las heridas quedarón a la luz y el miedo invadió todas mis próximas aventuras; duele equivocarse cuando creiste ciegamente en alguien.

Pero hubo gente que se mantuvo en la isla, que supo que había pasado y no huyeron. Se mantuvierón ahi lo más imperceptiblemente cerca, se negaron a la idea de vivir sin fuego por culpa de una peculiar vuelta de la vida y comenzarón a prender chispas para que el miedo se fuera disipando, volviera a creer en él.

Creer que su calor mantiene cerca a la gente, que su luz nos salva de las situaciones más tenebrosas, pero sobre todo, creer, aprender y recordar, que vale la pena el riesgo de quemarse derrepente si tenemos en cuenta todas las cosas buenas que nos trae tan solo una chispa.
Simplemente les puedo dar las gracias... por no dejarme sola cuando sentía que todo se rompía en pedacitos (incluyendome), por mantenerse firme ante las dificultades, demostrarme cada día que vale la pena confiar en la gente, en gente como ustedes, para caminar juntas lo que sea necesario y más.
1 comentarios:
muy bkn.
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